Tras la ventana, al son de rayos y truenos,
caían lágrimas de hielo.
De fondo un claro de luna sonaba digno de las puertas del cielo.
Y de repente, un escalofrío intenso previo al eterno sueño.
Nunca me gustaron las despedidas. Pero éste es el último de todos y el más bello:
Adiós.
Lo siento...
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