viernes, 11 de noviembre de 2011

escutos de delirio

Mi último día fue entre lágrimas de fuego.
Tras la ventana, al son de rayos y truenos,
caían lágrimas de hielo.

De fondo un claro de luna sonaba digno de las puertas del cielo.
Y de repente, un escalofrío intenso previo al eterno sueño.

Nunca me gustaron las despedidas. Pero éste es el último de todos y el más bello:
Adiós.

Lo siento...

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